La idiotización de la sociedad como estrategia de dominación
Publicado por
cuartaposicion
La
gente está imbuida hasta tal extremo en el sistema establecido, que es
incapaz de concebir alternativas a los criterios impuestos por el poder.
Para
conseguirlo, el poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo
de abotagar nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la
vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo,
incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la
realidad.
En el
entretenimiento vacío, el comportamiento zafio e irrespetuoso se
considera valor positivo, como vemos constantemente en la televisión, en
los programas basura llamados “del corazón”, y en las tertulias
espectáculo en las que el griterío y la falta de respeto es la norma,
siendo el fútbol espectáculo la forma más completa y eficaz que tiene el
sistema establecido para aborregar a la sociedad.
En esta
subcultura del entretenimiento vacío, lo que se promueve es un sistema
basado en los valores del individualismo posesivo, en el que la
solidaridad y el apoyo mutuo se consideran como algo ingenuo. En el
entretenimiento vacío todo está pensado para que el individuo soporte
estoicamente el sistema establecido sin rechistar. La historia no
existe, el futuro no existe; sólo el presente y la satisfacción
inmediata que procura el entretenimiento vacío. Por eso no es extraño
que proliferen los libros de autoayuda, auténtica bazofia psicológica, o
misticismo a lo Coelho, o infinitas variantes del clásico “cómo hacerse
millonario sin esfuerzo”.
En última
instancia, de lo que se trata en el entretenimiento vacío es de
convencernos de que nada puede hacerse: de que el mundo es tal como es y
es imposible cambiarlo, y que el capitalismo y el poder opresor del
Estado son tan naturales y necesarios como la propia fuerza de gravedad.
Por eso es corriente escuchar: “es algo muy triste, es cierto, pero
siempre ha habido pobres oprimidos y ricos opresores y siempre los
habrá. No hay nada que pueda hacerse”.
El
entretenimiento vacío ha conseguido la proeza extraordinaria de hacer
que los valores del capitalismo sean también los valores de los que se
ven esclavizados por él. Esto no es algo reciente, La Boétie, en aquel
lejano siglo XVI, lo vió claramente, expresando su estupor en su pequeño
tratado Sobre la servidumbre voluntaria, en el que constata que la
mayor parte de los tiranos perdura únicamente debido a la aquiescencia
de los propios tiranizados.
El sistema
establecido es muy sutil, con sus estupideces forja nuestras estructuras
mentales, Y para ello se vale del púlpito que todos tenemos en nuestras
casas: la televisión. En ella no hay nada que sea inocente, en cada
programa, en cada película, en cada noticia, siempre rezuma los valores
del sistema establecido, y sin darnos cuenta, creyendo que la verdadera
vida es así, nos introducen sus valores en nuestras mentes.
El
entretenimiento vacío existe para ocultar la evidente relación entre el
sistema económico capitalista y las catástrofes que asolan el mundo. Por
esto es necesario que exista el espectáculo vacuo: para que mientras el
individuo se autodegrada revolcándose en la basura que le suministra el
poder por la televisión, no vea lo obvio, no proteste y continúe
permitiendo que los ricos y poderosos aumenten su poder y riqueza,
mientras las oprimidos del mundo siguen padeciendo y muriendo en medio
de existencias miserables.
Si seguimos
permitiendo que el entretenimiento vacío continúe modelando nuestras
conciencias, y por lo tanto el mundo a su antojo, terminará
destruyéndonos. Porque su objetivo no es otro que el de crear una
sociedad de hombres y mujeres que abandonen los ideales y aspiraciones
que les hacen rebeldes, para conformarse con la satisfacción de unas
necesidades inducidas por los intereses de las élites dominantes. Así
los seres humanos quedan despojados de toda personalidad, convertidos en
animales vegetativos, siendo desactivada por completo la vieja idea de
luchar contra la opresión, atomizados en un enjambre de egoístas
desenfrenados, quedando las personas solas y desvinculadas entre ellas
más que nunca, absortas en la exaltación de sí mismas.
Así, de esta
manera, a los individuos ya no les queda más energía, para cambiar las
estructuras opresoras (que además no son percibidas como tales), ya no
les queda fuerza ni cohesión social para luchar por un mundo nuevo.
No obstante,
si queremos revertir tal situación de enajenamiento a que estamos
sometidos, solo queda como siempre la lucha, solo nos queda contraponer
otros valores diametralmente opuestos a los del espectáculo vacuo, para
que surja una nueva sociedad. Una sociedad en que la vida dominada por
el absurdo del entretenimiento vacío sea tan solo un recuerdo de los
tiempos estúpidos en que los seres humanos permitieron que sus vidas
fueran manipuladas de manera tan obscena.
AUTOR: FERNANDO NAVARRO
FUENTE: LA HAINE